Una de las cosas que dejó la pandemia fue el voltear a ver la calidad de nuestros espacios. Con el confinamiento, el hogar se convirtió en la guarida principal. Tal vez antes cumplía una función práctica de habitabilidad, ahora cada espacio del hogar tiene un propósito ligado a una necesidad más amplia de bienestar.
Esta inquietud de conjugar funcionalidad con un sentimiento de pertenencia, sosiego y paz se ve reflejada en el interiorismo emocional o regenerativo, una mirada del diseño de interiores y de la arquitectura con un enfoque más en los gustos y sentimientos personales como hilo conductual de cada proyecto.
El interiorismo regenerativo tiene como meta sanar ese aspecto emocional mediante el diseño de espacios, para fomentar un bienestar diario, una mejora de la autoestima, y para generar.
Aplicar el interiorismo regenerativo en el hogar tiene múltiples beneficios para sus moradores: desde armonizar las relaciones entre ellos hasta encontrar la motivación para lograr un objetivo o mejorar su estado de ánimo.
A la hora de emplear esta técnica, es fundamental conocerse bien e indagar en la memoria emocional y en las características del espacio exterior e interior. Es una búsqueda personal para encontrar aquello que nos falta dentro de nosotros mismos a través de la conexión con los espacios habitables. Por lo tanto, su objetivo es actuar en la percepción de los sentidos para cambiar, a nivel neuronal pensamientos y estados de ánimo que lleven a una conducta más calmada y centrada.
Esto se logra mediante texturas, acabados, aromas, sonidos y todo tipo de sensaciones que llegan a través de los cinco sentidos, incluidos la intuición. El interiorismo emocional contribuye a aportar paz y relax desde la decoración del hogar, ayudando a rebajar así la sensación de estrés de forma continuada cuando nos encontramos en casa.
Compartimos algunas ideas para que comiences a diseñar un espacio ligado a tus emociones
Si bien ya hemos hablado mucho sobre la psicología del color y de su influencia y significados, desde esta perspectiva, el color debe ser elegido para despertar aquellas emociones que se buscan, pensando siempre en la actividad a desarrollar o el sentir asociado.
Un aspecto vital para nuestro buen funcionamiento es la luz natural, nos conecta con la biología de nuestro cuerpo, además de dar amplitud y profundidad a los espacios. Buscar deliberadamente un buen flujo de luz natural es clave en el diseño emocional de los espacios, sin que falle por supuesto su contra parte artificial que deberá ser pensada para calmar y relajar el estado de alerta.
La distribución adquiere un sentido especial bajo la lupa del interiorismo emocional. Si lo que se busca es calma mental, seguridad o tranquilidad, lo mejor es situar los muebles para descansar, leer o trabajar en una zona donde se pueda controlar el espacio al frente para ver quién entra o sale. Si lo que se pretende es potenciar la creatividad o las ganas de hacer cosas nuevas, la distribución se puede planear mirando hacia el exterior.
Las proporciones en los elementos de la decoración y de los espacios también tiene una relevancia. Las habitaciones deben trazarse acorde al espacio vital de las personas para garantizar un espacio mínimo respetable. En cuanto al mobiliario, éste debe seleccionarse con base en la estatura y medidas de la persona que ocupará ese lugar.
Las texturas naturales y trabajadas con las manos, como la madera sin polímeros, el granito natural, el mármol y la cerámica, hacen sentir de vuelta a la naturaleza. Por esta razón, se recomienda incorporarlos siempre y cuando la intención sea crear espacios relajantes y agradables.
La naturaleza es, junto con los sonidos, la luz natural y el agua, uno de los elementos imprescindibles en las casas y espacios de trabajo. Lo ideal es disponer de elementos vivos: plantas, flores, un muro vertical ajardinado. Si esto no es posible, se recomienda incorporar expresiones artísticas (fotografías, murales, cuadros, papeles pintados, etc.) que los hagan presentes y recuerden paisajes de la infancia.
Los aromas, asociados también al sentido del gusto, actúan directamente sobre las emociones y tienen la capacidad de evocar con nitidez momentos pasados. El olor a ropa recién planchada, a galletas recién horneadas, a café por las mañanas: todos nos traen recuerdos. En casa, los aromas frescos y limpios, o aquellos que traen a la memoria momentos felices son los más recomendables para generar tranquilidad y bienestar.
Finalmente, para conseguir una vivienda emocional hay que utilizar la intuición, su diseño y decoración no puede estar ligada siempre a reglas establecidas. En definitiva, hay que usar la emoción para emocionar. Todo aquello que provoque paz, alegría, ternura o que encante de cierta manera no debe dejarse de lado. Mientras evoque una emoción positiva, tendrá su espacio y cumplirá su función. Así es el interiorismo emocional.
